Cuando empezamos a plantearnos un objetivo o queremos arrancar un proyecto, es muy común que veamos el camino a recorrer como un laberinto. Las actividades y los tiempos se empiezan a
juntar en una maraña sin sentido que nos impide encontrar la ruta para llegar a buen puerto.
Una trampa que aprendí cuando era mas niño, es comenzar el camino inversamente, es decir, empezar por la llegada y recorrer el laberinto en reversa hasta llegar al principio. Aunque hubo un momento en el que decidí que para los pasatiempos que ponen en algunos papeles no era buena idea hacer esa trampa, he descubierto que en muchas ocasiones los laberintos formados por actividades, necesidades, trámites burocráticos y tiempos excesivamente cortos que tienen mis proyectos, lo mejor es aplicar este truco, empezar por la meta y desenmarañar la madeja.
Para hacer eso, lo mejor y más fácil de hacer es usar la imaginación. Empezamos por imaginar cómo será la vida una vez que el proyecto esté completo, o la meta alcanzada. Pensemos con todos los detalles que seamos capaces de imaginar, entorno, efectos, sensaciones, emociones, colores, sonidos, olores, motivaciones, etc.
Cuando tenemos tantos elementos definidos, entonces empezamos a ver claramente qué cosas debemos hacer para conseguirlas, cuáles serán los obstáculos y podemos entonces priorizar las tareas. Es decir, recorremos el laberinto en reversa, provocando que se vea como un solo camino sin obstáculos.
Te invito a que pruebes este método en tus objetivos del día, verás que además de ser práctico es divertido sentirse Dédalo