En muchas ocasiones tenemos la mala costumbre de calificar todo con un lente muy crítico. Cuando logramos algún objetivo, por lo general repasamos los errores, los defectos y hasta las posibles amenazas que se nos presentaron en el camino.
Esto es bueno solamente si somos capaces de entender nuestro éxito en toda su extensión, es decir, si podemos comprender que aunque no haya sido un éxito perfecto y avasallador, es un éxito al final de cuentas, y que, en el camino seguirán saliendo imprevistos, riesgos que se cumplirán y amenazas que se quedarán en el tintero, haciendo que nuestras acciones se desvíen de los planes que originalmente hemos trazado. El éxito es éxito no importando que se haya ensuciado por alguna situación ajena a nosotros, o por que no se parezca a la forma con la que lo habíamos visualizado, sigue siendo un triunfo y una meta más que alcanzamos.
De igual forma, un fracaso no sólo es un conjunto enorme de errores, desaciertos y desgracias. También en el fracaso podemos encontrar cosas que hicimos bien, y cosas que sin lugar a dudas podemos cambiar. ¿Cuántas veces no pensamos en múltiples alternativas que podrían haber cambiado el rumbo de los acontecimientos? Estas alternativas son precisamente las que nos dejan enseñanzas y que nos ponen en el camino al éxito.
Es así que podemos concluir que en cualquier situación, tanto positiva con manchitas, como negativa con grandes manchas, si somos capaces de mirar con una visión alternativa las cosas, descubriremos que interiormente hemos progresado, que ya no somos los mismos que solíamos ser antes de empezar, y que estas experiencias (buenas y malas) nos servirán en un futuro, quizás cuando menos lo esperemos.
Ser ganador es un hábito, y se forma a través de la constante repetición de éxitos. Pero los éxitos pueden ser pequeños aciertos en un objetivo no alcanzado, o grandes metas logradas a pesar de haber “recibido ayuda” circunstancial. Todos tenemos la capacidad de aprender de nuestros aciertos al igual que de nuestros errores, pero siempre es más divertido, y sano, pensar en aquellas cosas que tenemos nosotros y tienen los demás que nos hacen valiosos y propositivos.
¿Qué éxitos has obtenido hoy? ¿Hay algo que te impida ver lo bueno que hay en tí y en los demás?
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