Cambiando hábitos: ¿qué te parezco?

Algo que desde niños, pero sobre todo durante la adolescencia adquirimos, es el hábito de recibir validación de parte de nuestros iguales.  Si nuestros contemporáneos aprueban algo que vestimos, cómo hablamos o cómo nos comportamos, entonces se va reforzando y se van segregando los grupos.

Esto es parte del desarrollo de las personas, primero esperamos a que nuestros padres aprueben, posteriormente a que nuestros compañeros y colegas nos validen y nos hagan sentir «autorizados» para tener una vida, y con ella podernos relacionar y conocer gente nueva.  El problema viene después, cuando esto pasa de ser una etapa y se queda arraigado en nosotros.  Y cada día pasa más: ahora todos tenemos que vestirnos con determinadas marcas, beber café de alguna u otra cadena comercial, y por supuesto, hasta debemos saber acerca de las series, películas y / o libros de moda.

Esta fea tendencia de dejar que alguien más nos permita ser en función de lo que compramos y consumimos, es lo que en lugar de darnos una identidad nos la está prohibiendo.  Tú no puedes ser nadie si no bebes el tequila de los que andan por la noche cazando, o si no tienes en tu biblioteca personal el último libro del autor con más ventas de los últimos X años. ¿Y si no disfruto de ese autor, o no me gusta esa marca de tequila?  ¡Entonces tienes un problema de identidad!

 

Guilty Pleasure

Guilty Pleasure (Photo credit: avrene)

Y por otro lado están los «antagonistas», gente que se la pasa negando todo eso, que se viste de una forma «distinta», que come «sano y nutritivo» y que se esmera en no ser etiquetada con las clásicas fórmulas de la mercadotecnia.  Esta gente está cayendo en otro error (y esto es sólo mi opinión, corríjanme si me equivoco), y es el de validarse a través de la negación de lo que otros juzgan.

 

La situación es que mientras necesitemos que una persona distinta a mí mism@ sea quien me valide en cuanto a mis hábitos y personalidad, no dejaré de ser un dependiente social.  No quiero decir que debamos aislarnos, pero considero que lo importante es que, de vez en cuando, nos preguntemos a nosotros mismos: ¿realmente esto me causa placer? ¿Esto satisface mi necesidad y lo disfruto en verdad?

La mejor manera de saber si algo es bueno para un@ es precisamente ponernos en contacto con las sensaciones y emociones que nos provoca.  Si un libro nos causa depresión, tristeza, o simplemente abulia, entonces no tenemos una razón para seguirlo leyendo.  Si no nos alcanza o no nos gusta un doble macchiato con un shot extra de caramelo tapioca latte extra venti, no tenemos porqué comprarlo, ¡ni mucho menos beberlo!

Y esto no nos debe hacer sentir ajenos a un grupo, sólo nos debe de resultar cómodo, y si nuestro grupo social no nos acepta con estas características de «diversidad», entonces lo más seguro es que estemos en el grupo de amigos equivocado.  Seguramente hay gente, aunque no mucha, que acepta a los demás sin importarle qué tanto tienen en común, pero sí el disfrutar del tiempo juntos y esos 2 ó 3 pequeños placeres que comparten.

¿Qué te pareces a tí mism@? ¿Te tratas bien y te validas?

2 comentarios en “Cambiando hábitos: ¿qué te parezco?

  1. Excelente comentario. Nadie puede arrebatarnos el derecho de ser como somos. Tal vez no pensamos como los demás, y de ahí derivan costrumbres y hábitos distintos, pero no venimos al mundo a servir como tapete para que todos nos pisoteen. Hay que procurar conservar nuestra identidad, que finalmente es lo único que nos hace genuinos. auténticos, reales. Gracias por el artículo y la oportunidad de explayarse.

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    • Hola José Luis.
      En verdad es un tema difícil el querernos adaptar al resto de la gente, y muchas veces confundimos el acceder a algunas cosas con cambiar nuestra forma de ser. Es por eso que es de suma importancia que constantemente evaluemos nuestras emociones y sentimientos, para saber qué estamos dispuestos a hacer por sernos de utilidad, y qué cosas definitivamente no debemos cambiar.
      Gracias a tí por tu aportación. Saludos

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